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el periodico de saltillo
Edición No. 300, febrero 2014


Mis Sexenios (70)



José Guadalupe Robledo Guerrero.


Primera etapa del sexenio enriquista
El sexenio enriquista pronto daría cuenta que la corrupción gubernamental no era privativa de los anteriores sexenios, también en el gobierno de Enrique Martínez aparecería esta deleznable práctica. Antes de que el gobierno enriquista cumpliera su primer trimestre, en El Periódico... conocimos las primeras corruptelas oficiales que se dieron en el Icocult, cuyo protagonista fue un funcionario del Instituto Coahuilense de la Cultura: Humberto Hinojosa “El Mago”, quien a la vez era representante de grupos artísticos regiomontanos.

Humberto Hinojosa era juez y parte, por eso siempre logró contratar los grupos artísticos que él representaba, haciendo a un lado a los grupos coahuilenses. Por realizar estas dos actividades, Humberto cobraba un decoroso sueldo en el Icocult y al mismo tiempo cobraba las comisiones a los grupos contratados que él representaba.

Se denunció el hecho, pero a nadie le interesó, y Rosa del Tepeyac Flores hizo oidos sordos. Humberto Hinojosa es hijo de un empresario mueblero, don Humberto Hinojosa, que fue un gran amigo de don Enrique Martínez, padre del gobernador en turno.

Rosa del Tepeyac bien sabía de los negocios de su subalterno, y nada hizo por evitarlos. La hija de Flores Tapia poco aprendió del escándalo de su padre por enriquecimiento inexplicable.

Por su parte Rogelio Montemayor ya se encontraba instalado en la dirección de Pemex, a donde el Presidente Ernesto Zedillo lo había enviado luego que terminó su periodo como gobernador de Coahuila. Montemayor duró poco en Pemex, de 1999 al 2000.

En el 2002, junto con otros funcionarios de Pemex, entre ellos Carlos Juaristi Septién, Rogelio Montemayor fue acusado de peculado, uso indebido de atribuciones y peculado electoral, principalmente por el supuesto desvío de recursos públicos a la campaña de Francisco Labastida.

Rogelio Montemayor desvió más de mil millones de pesos de Pemex al sindicato petrolero, de los cuales 500 millones terminaron en la campaña presidencial de Labastida. La prensa inventó una palabra para referirse al escándalo que protagonizó Montemayor: Pemexgate.
Montemayor fue el último de los implicados en el Pemexgate en conseguir su libertad definitiva, pero no pudo escaparse de que lo inhabilitaran algunos años para el servicio públicorogelio montemayor

El 20 de marzo de 2000, con el báculo desenvainado, llegó a Coahuila Raúl Vera López como obispo de la Diócesis de Saltillo. Desde entonces, el protagónico cura ha declarado sobre todo lo que se le ocurre, y ha dejado claro que su postura clerical es antipriista y pro panista, pero también juega a dirigir a Morena y a los homose- xuales de todo tipo, incluyendo los pederastas.

Por otra parte, apenas empezaba el gobierno municipal de Óscar Pimentel González y ya se hablaba de tres precandidatos a sucederlo: José María Fraustro Siller, Humberto Moreira Valdés y Jorge Torres López.

Para mayo de 2000, los tres candidatos presidenciales más importantes (PRI, PAN, PRD) de los seis que se registraron habían realizado un debate que a nadie emocionó, y sus resultados fueron los esperados: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se destacó como el de mayor consistencia ideológica; Francisco Labastida Ochoa fue repetitivo y adoptó un nuevo rol, el de contestario, pero su voz carente de emoción no le ayudó a imponerse; y Vicente Fox Quesada se exhibió tal cual es: frívolo, mentiroso e ignorante.

El debate entre los precandidatos presidenciales mostró a sus destinatarios: Fox le coqueteó a los militantes del PRI y del PRD; Labastida trató de conservar el voto mayoritario de los priistas; Cárdenas insistió en atraerse el voto de los priistas resentidos, de los nacionalistas e izquierdistas mexicanos.

El 12 de mayo de 2000, me entristeció la noticia de la muerte de mi querido amigo: el Dr. Arnoldo Villarreal Zertuche, con quien establecí una sincera amistad y con quien laboré bajo su mando.

Don Arnoldo había sido Rector de la Universidad de Coahuila (hoy UAC), allí nos conocimos por primera vez, él como la máxima autoridad universitaria y yo como estudiante preparatoriano y miembro de la (Fesuc) Federación de Estudiantes de la Universidad de Coahuila. Luego sería nombrado director de Hospital Universitario de Saltillo y me invitó a colaborar con él.

Al Dr. Arnoldo Villarreal Zertuche lo conocí muy bien, era un hombre bueno, honesto, humano, sencillo y solidario.

En las elecciones presidenciales del 2 de julio de 2000, el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa, fue el primero en reconocer su derrota, hasta pareció que la esperaba. Luego de 70 años como partido gobernante de México, el PRI fue sacado de Los Pinos por Vicente Fox Quesada, un vendedor de Coca Cola, ignorante y dominado por su “Pareja Presidencial”: Martha Sahagún.

Confieso que siempre creí que al PRI sólo sería echado del poder con las armas en la mano, pero no consideré que las trasnacionales, la CIA, el Pentágono, Wall Street, y los bancos, podían echar pacificamente del gobierno nacional a los priistas, ordenándoles que entregaran al PAN el gobierno de la República, pues el siglo XXI debería ser inaugurado con un nuevo partido gobernante.

Para saber las verdaderas razones de la derrota priista busqué a varios personajes del PRI, para que me contaran las causas por las que perdió Francisco Labastida.

Comencé por entrevistarme con los entonces dirigentes del CDE del PRI coahuilense: “El Chapo” José Luis Flores Méndez y Gabriel Calvillo Ceniceros, quienes se hicieron acompañar de una activista del PRI y aviadora de la SEP: Delia Margarita Siller.

La plática no tuvo los resultados que buscaba, porque la frivolidad de estos personajes hizo que se enfrascaran en una charla sobre cuáles compañeras de su partido se prestaban a las relaciones sexuales. Opté por despedirme, era demasiada estulticia para perder tiempo con estos simuladores de la política.

Insistí en informarme sobre por qué había perdido Francisco Labastida. Por tal motivo concerté una entrevista periodística con Humberto Roque Villanueva, que para entonces se desempeñaba como Senador de la República, cargo que le dieron por prestarse de patiño en la selección del candidato presidencial priista.

Según Roque Villanueva: Las principales causas de la derrota priista fueron el gobierno, el partido y el candidato. Y pese a que anteriormente había dicho que la derrota del PRI se había planeado en Estados Unidos, Roque nunca aceptó que las órdenes norteamericanas para que perdiera el PRI fueron instrumentadas por el Presidente Ernesto Zedillo, incluso fue Zedillo el primero que anunció la derrota del PRI el mismo día de las elecciones, pero ningún priista protestó, ni siquiera Labastida. Sin embargo, Roque aseguró que el PRI era un partido de centro-izquierda, pero como partido gobernante se ubica como de centro-derecha.

Finalmente, Humberto Roque no dejaría satisfecha mi curiosidad por saber por qué perdió Francisco Labastida y por qué ningún priista se rebeló en contra de la entrega de la Presidencia de la República por uno de los peores Presidentes que ha tenido México: Ernesto Zedillo.
Hice planes para viajar al Distrito Federal en busca de información sobre la derrota del candidato presidencial del PRI, y la forma tan indigna con que Zedillo y los priistas de la cúpula entregaron el poder después de 70 años de ejercerlo.

En eso estaba cuando de repente me llamó José Luis Dávila Flores, el actual delegado del IMSS en Coahuila, para preguntarme: ¿Quieres saber por qué perdió las elecciones Francisco Labastida? ¡Claro!, le respondí, y me invitó al restaurante de mariscos “Castruita” que estaba en la avenida Venustiano Carranza.

Ni tardo ni perezoso llegué hasta el lugar de la invitación. Allí me encontré con José Luis Dávila que había terminado el sexenio montemayorista como secretario particular de Montemayor, y luego se dijo que se había ido a la casa de campaña del candidato presidencial del PRI, Francisco Labastida, junto con algunas gentes del equipo de Montemayor cuando fue gobernador.

francisco labastidaEstos montemayoristas ya se sentían despachando en alguna importante oficina del gobierno federal, y hasta le veían patas de presidenciable a Rogelio Montemayor.

Llegué a la cita, e inmediatamente después del saludo fui al grano e hice la primera pregunta que me inquietaba: ¿Por qué perdió las elecciones Labastida? Confieso que yo esperaba que José Luis, con la información confidencial que tenía, me diera más datos sobre el intervencionismo estadounidense para imponer en la Presidencia al cocacolero de Vicente Fox.

Pero no fue así, el montemayorista José Luis Dávila Flores, visiblemente encabronado me dijo: “Labastida perdió porque algunos priista como tu gobernador lo traicionaron y traicionaron al PRI apoyando a Vicente Fox”.

¿Te refieres a Enrique Martínez y Martínez?, le pregunté para que quedara claro su señalamiento. “Si, Enrique Martínez ¿quién más?”, respondió. Después de este diálogo seguimos platicando un par de horas más que sirvieron para que José Luis se desahogara, y fundamentara sobre la traición de EMM.

Por su parte en Coahuila, Claudio Bres Garza, quien fuera director de comunicación social de Rogelio Montemayor, señaló que Francisco Labastida había perdido porque no había hecho suficiente campaña política. ¡Ahhh!, los políticos aldeanos de Coahuila.

Por ese entonces, el ignorante de Vicente Fox ya había anunciado algunos de sus proyectos para combatir la pobreza extrema:

1.-Cancelar el impuesto a los autos nuevos.
2.- Eliminar el impuesto sobre nómina.
3.- Grabar el IVA a alimentos y medicinas.
4.- Pagar en horas el trabajo asalariado.

¡Pobre de Fox! con estos proyectos en favor de los empresarios quería combatir la pobreza extrema. Sólo su mente enferma creía que con estas acciones los más pobres dejarían de serlo. Alguna vez, durante el gobierno zedillista, acuñé la frase roblediana: “Después de Ernesto Zedillo cualquiera puede ser presidente”. Vicente Fox fue el primero en convalidar mi frase; luego vendrían otros dos a reafirmarla: Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.

Por razones de salud, de octubre de 2000 a junio de 2001 no publiqué El Periódico..., tal fue el caso de octubre de 2000 a junio de 2001, estos meses estuve fuera de Coahuila atendiendo mis malestares.

Para el segundo año del gobierno enriquista, Alejandro Gutiérrez “La Coneja” ya había destapado sus aspiraciones gubernamentales. Y aún cuando faltaba cuatro años para que terminara el sexenio enriquista, “La Coneja” estaba creando expectativas adelantadas, aprovechando el cargo de senador de la República que EMM le había regalado por haber declinado su candidatura para el gobierno de Coahuila en favor de Enrique Martínez.

Para entonces también, Vicente Fox ya había mutilado el escudo nacional y había terminado con la política de respeto que México había mantenido por décadas con Cuba. Fox había iniciado un itinerario turístico por el mundo, cuya único objetivo era promocionar la venta de las riquezas de nuestro país en el extranjero. En sus viajes Fox parecía más un asesor de inversiones que el Presidente de México. En situación similar se encuentra instalado Enrique Peña Nieto.

A estas alturas, Vicente Fox ya había mostrado con creces su pequeño perfil y sus grandes defectos: rústico, ignorante y mentiroso, pero eso sí con una gran religiosidad católica, por algo había nacido en Guanajuato, área de influencia de los pasados y modernos cristeros.

También a estas alturas, Martha Sahagún ya gozaba de las comparaciones absurdas que hacen los cortesanos para agradar a sus mecenas. Para ese entonces, la frívola “pareja presidencial” de Vicente Fox era comparada con Hillary Clinton y Eva Duarte de Perón “Evita”. Motivada por tantos halagos desproporcionados y mentirosos, Martha Sahagún amenazó con dedicarse a la política y “Hacer historia”.

Ya estaba claro para entonces que Vicente Fox era subordinado de otro de sus iguales: George W. Bush y comisionista de las trasnacionales

A la mitad de su periodo como Presidente Municipal de Saltillo, Óscar Pimentel González se encontraba en un gran bache: sobregirado en su ejercicio presupuestal, con un equipo poco diestro, con siete meses de rezago en el pago a los proveedores, los servicios primarios y de abasto de agua por los suelos y con poca obra importante que presumir.

Pimentel González padecía el resultado de sus múltiples errores. Su primer desacierto fue querer agradar a los caciques de Saltillo, en lugar de mantener contacto con los ciudadanos. Óscar Pimentel se echó a los brazos de los López del Bosque. El control del agua y de los dineros lo dejó en manos de los propietarios del GIS, la Contraloría municipal la entregó al deshonesto de Jorge Alanís Canales, aquel que solicitó a los empresarios de los giros negros demostraciones particulares y en vivo, para analizar la posibilidad de aprobar tables dance en Saltillo.

En el Simas colocó a un yerno de Isidro López del Bosque: Carlos Flores Vizcaino, cuya incapacidad no ha sido superada. Para el entonces regidor panista Gonzalo Rodríguez Gamez, el problema del Alcalde Óscar Pimentel era la irresponsabilidad de sus directores, principalmente el de Simas y el de Seguridad, Iván Bermea.

En una entrevista periodística, Gonzalo Rodríguez también criticó el elevado gasto que Pimentel hizo en las palmeras que sembró en bulevares, y el enorme gasto publicitario en los medios de comunicación. Debido a esto, en 2001 ninguna calle de Saltillo se pavimentó. Pero Pimentel no escuchaba, se sentía protegido por los López del Bosque y por EMM...

(Continuará).
La primera etapa del sexenio enriquista...

robledo_jgr@hotmail.com




 
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